Intentar abarcar tanto ya desde el primer mensaje escrito en una película es un asunto que me ha tocado siempre los cojones. El tomar al usuario por un absoluto gilipollas, inepto, como si fuera un completo inútil. Lo digo por las películas típicas donde te ponen el mensajito de "Esta historia está basado en hechos reales". ¿Qué clase de tomadura de pelo es ésta? ¿Qué pasa? ¿Qué no hay otra manera de mantener pegado al espectador en su sillón que no sea el susodicho mensajito? El aporte narrativo es un asunto importante dentro de este mundillo, y aunque suene a obviedad, parece que el tema está en bragas últimamente, sobre todo con algunos proyectos de terror-aunque se está haciendo bien las cosas por ejemplo en Francia. Se puede captar la atención del espectador de muchas maneras, con un prólogo arrebatador por ejemplo- quién no se acuerda de esos inicios de Martyrs- o con secuencia de flashbacks puestos con mimo y premeditación. Lo que no se puede hacer es repetir una fórmula mil veces vista, cuando no se es un buen montador y menos aún, un buen narrador. Peter Conrwell en este caso tampoco lo es y la cinta no sale bien parada: familia con problemas, obligada a alejarse de su vivienda para trasladarse a una casa "encantada" y puuummmm, ya tenemos todo el rollo montado. No se innova, no hay nada nuevo, no se aporta absolutamente nada y señores, si se muestra algo es para aportar, aunque sea un mínimo y The Haunting in Connecticut no cumple este pilar tan importante. Es una de esas películas donde te deja totalmente indiferente, vacía de contenido y de opinión en algunas partes de la misma. A ver cuándo van a ponerse las pilas y mostrar narrativamente hablando, un buen trabajo desde el punto de vista de la investigación de los hechos-aquí, en esta cinta, a correcalles-. Sí raya a buen nivel la actuación de Virgina Madsen, que es lo único salvable de la obra, si se puede llamar así.
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