Peter Berg nos trae esta entretenida y divertida cinta de acción, pero de acción enmascarada en un desenlace, que es cuanto menos, discutible. Partimos de una premisa bastante interesante, prometedora diría yo, donde parece que nos alejamos del arquetipo del superhéroe convencional. Todo las características típicas por las cuales una persona se puede sentir rechazada por la sociedad, por la gente, por las normas estrictas por las que nos movemos, se reúnen dentro de Hancock, un carismático y egoísta personaje sin escrúpulos por dañar todo lo que no sea suyo, aunque de paso, intenta ayudar a los demás, saca de apuros a unos cuantos y todo lo tópico que suele realizar los héroes de viñeta. Pero aquí termina toda semejanza con los héroes de antaño y sucedáneos por el estilo, por las razones expuestas en reglones anteriores.
¿Es entretenida? Sí. ¿Es divertida? Sí. ¿Es palomitera? Sí. ¿Es una buena película? Pues NO. Sencillamente porque a pesar de tener algunos pilares realmente buenos, como el objetivo de echarse unas risas por las paridas que suelta Will Smith (encarnando al protagonista), algunas secuencias de acción o ver a Charlice Theron, pues poco más. El largometraje empieza siendo algo bastante interesante, alejándose de los tópicos más que manidos para convertirse en un drama sensiblero carente de sentido y para colmo sin explicación coherente al respecto sobre el orígen de dichos poderes o antepasados que también los tuvieron. Encima para culminar, es de risa, el diálogo final sobre algunos personajes de la historia universal, a modo de anécdota. Vamos, un absoluto desastre el desenlace. A pesar de estos inconvenientes, la película es bastante disfrutable, según para quienes, pero desde mi modesta opinión, no vale lo que cuesta un ticket de cine...
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