16 febrero 2012

Saboreando la tristeza y la nostalgia

Se dice que mucha gente vive en una burbuja constante, donde no se es consciente de qué pasa a su alrededor. Tengo la sensación de que esto no se cumple solamente con algunos sectores laborales, directivos o profesionales deportivos donde sus salarios alcanzan grandes cotas de notabilidad. Hablo en el sentido más amplio que podamos pensar. Voy más allá, cuando no nos damos cuenta de las penas por las que pasa muchas personas en el día a día, y tampoco estoy refiriéndome a la crisis que estamos viviendo. Hablo de la salud. Cuando se dice que lo importante es la salud, además de ser un topicazo de tres pares de cojones, no deja por ello de ser una verdad imperante.

Anoche, cuando mi padre llegaba de trabajar, su compañero de trabajo, amigo suyo y de la familia por supuesto, dio a mi padre un pedacito de carne de membrillo que hizo su mujer con todo el cariño del mundo. Esa mujer, enferma de cáncer, pasando calamidades y dolores varios, días antes de morir, dedicó su tiempo a aliviar a los suyos los días duros y venideros cocinando y arreglando sus últimos asuntos, los próximos y también se acordó de un servidor, sabiendo que adoro ese dulce y que todos los años, en temporada navideña, me dejaba su regalo. Esa gran mujer, ya no se encuentra entre nosotros, y en estos momentos, me encuentro comiendo ese manjar, escribiendo estas líneas y acordándome de ella y de toda su familia. Que en momentos tan dolorosos, tan traumáticos, pesando por el dolor más espantoso inimaginable, esa mujer se acordó de mí, como cada año para que pudiera disfrutar de su cocina, aunque ella no pudiera verla, ni por supuesto yo pudiera agradecérselo. Momentos de nostalgia y tristeza inundan mi ser; y desde aquí se lo agradezco inmensamente y me acordaré siempre de ella. Allá donde estés Ani, que sepas que te echaremos mucho de menos y te recordaremos con el corazón. Un beso y un fuerte abrazo.

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