Difícil es ponerse a escribir una opinión de un filme, corto, videojuego, libro o cualquier otra forma de expresión de arte, más cuando se trata de críticas, pero la dificultad se eleva a la enésima potencia cuando estamos hablando de un director como David Lynch.
La obra del director americano es compleja, abstracta e inhumana, según para quienes claro. Ya se podía vislumbrar en algunos de sus cortos y/o proyectos; un claro ejemplo es The Alphabet, una representación de lo difícil y complejo que puede ser la enseñanza y el aprendizaje por parte de cualquiera, pero con insinuaciones de agobio y estrés y con un aspecto visual digno de elogio y mención. El filme del que os voy a hablar se trata de Eraserhead, más conocido por los hispanohablantes, aunque a mí me gusta decir como castellano-parlantes, por Cabeza Borradora (1976); su primera película, su debut en el gran y espectacular mundo del celuloide, un gran comienzo que duró el tortuoso proceso temporal de cinco años, pero que cinco años señores.
Esta peli, nos narra las aventuras de Henry Spencer, un hombre que se encuentra de vacaciones y que tras muchos meses no sabe nada de su mujer. Al enterarse de que ha tenido un hijo, todo empieza a surgir de manera enfermiza por parte del protagonista (interpretado por Jack Nance), al enterarse de que tiene un hijo deforme y prematuro.
El inicio del filme es impactante a más no poder, con un empaque visual notorio, mostrándonos pero sin mostrar, de ahí lo grande del director de Montana. Desde el primer segundo de la cinta, ya podemos apreciar las buenas maneras que caracterizan a Lynch, una manera de dirigir muy personal, usando luces muy lúgubres u oscuridades, con sonidos electrizantes o punzantes, llevando el silencio hasta momentos insospechados. La película se podría resumir en los problemas que tiene nuestro protagonista pero asemejado a lo largo de pesadillas y realidades, creando tensión, agobio e inquietud, pero trasformándolo de manera que el espectador se dé cuenta de ello. El pero de esta película es que viendo todos los problemas que tiene Spencer, su reflejo, que es perturbador en las pesadillas y pensamientos más que oscuros, es muy poco expresivo en la realidad, aunque puede ser que esos sentimientos fueran muy represivos y por dicho motivo se mostraban en esos sueños macilentos.
Pero todos esos problemas y males que tenía Henry se manifestaban además de en las pesadillas, también cuando perdía la cabeza y se manifestaba como la cabeza del recién nacido deforme, recreando todo ese mal comprimido hasta que llega el momento de que él no puede más y mata a su hijo, momentos anteriormente desvelados como una salvación (cuando canta In Heaven, everything…). También cabe destacar metáforas hábilmente dirigidas o creadas, véase cuando la vecina y el protagonista práctican sexo y cómo Lynch lo pone en escena de manera tan ingeniosa. Ésto es sólo un ejemplo de los muchos que pululan por el filme del 76 y que crea ese ambiente tan opresivo y característico.
Filme de obligatorio visionado para todo fan de David Lynch y para conocer sus inicios como director de largometrajes. Aunque debería verla todo dios, cine de autor compleja, abstracta y muy difícil, donde cualquier teoría puede ser cierta y por lo tanto lógica. Asunto que película tras película, parece ser, que Lynch quiere hacernos ver, comernos la cabeza hasta que el cuerpo aguante. Por mí, PERFECTO…
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