02 octubre 2013
La curiosidad y la hipocresía dentro de la prensa deportiva
Muchos de los análisis y artículos expuestos por la prensa deportiva sobre el partido de anoche entre el Porto y el Atleti rondan titulares donde sobresale la pizarra táctica del Cholo por encima de todas las cosas. Curioso. Quien haya visto el partido no sé qué conclusiones podrá sacar, pero nunca que el Atleti fuera superior, y más en el aspecto táctico, al Porto. Dos goles del equipo portugués encajados en errores infantiles de la defensa, uno donde Helton sale a por uvas, tras remate de Godín y otro, tras un buen saque de falta ensayado, donde Arda agujerea la portería del Porto, tras previo fuera de juego. Dos goles, dos fallos. Nadie dijo que el fútbol fuera un deporte donde el error no estuviera presente, pero no sigue siendo menos importante el quid de que es un deporte puramente resultadista. El Atleti no fue superior, no fue mejor tácticamente que el Porto y menos aún, la pizarra no brilló por ningún sitio y sí el acierto de unos y los fallos de otros en dos jugadas puntuales. Pero habrá que diseñar una campaña acorde al buen inicio de temporada de los colchoneros, tras una racha de victorias fuera de toda duda, consumada por la consecución de la victoria ante el eterno rival en su propia casa. Todo cuenta. Incluso el profundo nivel de hipocresía en el cual está sumada la prensa deportiva donde todo lo que haga el Atleti es bueno, pero en cambio si lo hacen otros, el nivel de crítica cambia diametralmente de posición. Viva el fútbol y su puta madre.
Beta-Opinión de Expediente Warren: The Conjuring
Últimamente el cine de terror está enclaustrado en un sinfín de barbaridades, de irregularidades narrativas y de tópicos que siguen demostrando que es complicado sorprender a día de hoy a la crítica en general, más en un género tan exitoso y dada al aplauso fácil como es el del fantástico-terror, más si lo vemos desde un punto de vista de a pie, el del público en general, el de las grandes masas. Uno de los últimos directores que causa bastante buena impresión en todos los aspectos es James Wan, que se dio a conocer con la fresca y arrebatadora Saw, aunque para ser más concretos, el director ya hizo un corto donde se sentaban las bases fuertes de su narrativa a la hora de hacer cine—no entro a valorar sus dos primeros proyectos australianos–. James Wan cumple y sabemos de que al menos vamos a ver algo potable. Y en este caso, Expediente Warren: The Conjuring logra transmitir y cumplir con sus objetivos.
James Wan logra transmitir terror de una manera elegante, muy cuidada, sin entrar en los formalismos de la visceralidad patente del género. El género de terror lleva implícito esa visceralidad, pero Wan es capaz de separarnos de ello y dejar de lado el mensaje; quiere ver cómo logra enredarnos en una envoltura donde la forma, la estructura en sí, cobra mucho más sentido e importancia que el contenido. Y eso es muy complicado de hacer. Nos encontramos en este caso con los clichés típicos de una película de horror, de posesiones, de investigadores que llevan un caso particular y tienen que resolverlo; una familia con problemas y algunos tintes religiosos de por medio, como no podía ser de otra manera. La película se salva, es más, logra el notable, gracias a la labor interpretativa de los personajes—impresionante Lili Taylor y Vera Farmiga—y a cómo logra encajar todo Wan ayudado de su astucia para crear un ambiente terrorífico y dirigir de manera tan sutil y nada, pero que nada tramposo. Además, la utilización de la fotografía y el sonido hace que la obra roce el sobresaliente. Una cinta de terror a la vieja usanza, sin alardes, nada innovadora, pero bien rodada y muy elegante en la forma.
James Wan logra transmitir terror de una manera elegante, muy cuidada, sin entrar en los formalismos de la visceralidad patente del género. El género de terror lleva implícito esa visceralidad, pero Wan es capaz de separarnos de ello y dejar de lado el mensaje; quiere ver cómo logra enredarnos en una envoltura donde la forma, la estructura en sí, cobra mucho más sentido e importancia que el contenido. Y eso es muy complicado de hacer. Nos encontramos en este caso con los clichés típicos de una película de horror, de posesiones, de investigadores que llevan un caso particular y tienen que resolverlo; una familia con problemas y algunos tintes religiosos de por medio, como no podía ser de otra manera. La película se salva, es más, logra el notable, gracias a la labor interpretativa de los personajes—impresionante Lili Taylor y Vera Farmiga—y a cómo logra encajar todo Wan ayudado de su astucia para crear un ambiente terrorífico y dirigir de manera tan sutil y nada, pero que nada tramposo. Además, la utilización de la fotografía y el sonido hace que la obra roce el sobresaliente. Una cinta de terror a la vieja usanza, sin alardes, nada innovadora, pero bien rodada y muy elegante en la forma.
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