02 febrero 2009

Preparado para el mayor de los desafíos


Creía que la demostración física que Rafa Nadal había desempeñado en las semifinales del Open de Australia contra un fabuloso Verdasco, iba a arrastrarle a una "muerte" lenta y dolorosa en la gran final de ayer domingo contra un Roger Federer bastante notorio. Pensaba que iba a salir bien, con ganas y fuerzas, pero que ese cualidad física que tiene se iba a sentir mermada con el paso del tiempo durante el partido. No nos olvidemos que en 48 horas había jugado casi 10 horas a un altísimo nivel. No es para menos y una vez más Nadal me sorprende llevándose un disputado partido, aguántando y dando un sonoro puñetazo en la mesa destacando que sigue siendo el número 1, a pesar del más que seguro cansancio-recuerden que destacó que tuvo mareos cuando estaba entrenando-. Federer parecía que tenía puestas muchas esperanzas en esta final y no pudo soportar la emoción del momento donde el tenista manacorí tuvo que consolarlo y darle ánimos. Ayer no solamente demostró ser un tenista como la copa de un pino, de los mejores de la historia seguramente -sin olvidarnos de ser uno de los grandes de España-, sino demostró algo más: educación, humildad y sencillez.

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